jueves, 28 de abril de 2011

LA ALFORJA , LA MONA Y LA CODORNIZ

  Vamos a leer una fábula de Samaniego,  en la que  el   
  autor propone una cuestión: observamos las acciones malas de los
 demás, pero lo que hacemos nosotros no lo vemos .     
                        


En una Alforja al hombro
Llevo los vicios:
Los ajenos delante,
Detrás los míos.
Esto hacen todos;
Así ven los ajenos,
Mas no los propios.



Esta otra fábula nos dice que si nos rendimos a la primera pareceremos tontos:

 


Subió una Mona a un nogal.
Y cogiendo una nuez verde,
En la cáscara la muerde;
Con que la supo muy mal.
Arrojóla el animal,
Y se quedó sin comer.

Así suele suceder
A quien su empresa abandona.
Porque halla, como la mona,
Al principio qué vencer.


El siguiente relato nos aconseja que no  cojamos lo primero que veamos porque luego nos podemos meter en muchos líos:

Presa en estrecho lazo
la Codorniz sencilla,
daba quejas al aire,
ya tarde arrepentida.
«¡Ay de mí miserable
infeliz avecilla,
que antes cantaba libre,
y ya lloro cautiva!
Perdí mi nido amado,
perdí en él mis delicias,
al fin perdilo todo,
pues que perdí la vida.
¿Por qué desgracia tanta?
¿Por qué tanta desdicha?
¡Por un grano de trigo!
¡oh cara golosina!»
El apetito ciego
¡a cuántos precipita,
que por lograr un nada,
un todo sacrifican!


lunes, 11 de abril de 2011

SAMANIEGO

 A petición de  Olga , vamos a hablar de algunos  escritores españoles  de fábulas  :


Félix María Samaniego  vivió en el siglo XVIII . Con 36 años  publicó  sus primeras fábulas .

Samaniego era un tipo con carácter mordaz  y rebelde contra los privilegiados . Por eso la inquisición lo detuvo en un covento de Portugalete durante meses .


Tuvo una  fuerte polémica   con  Tomás de  Iriarte, otro escritor de fábulas. La causa de la discusión  fue que Samaniego  publicó antes sus  obras y  al año siguiente  hizo lo mismo Iriarte. Tituló su obra  “ primera colección de fábulas enteramente originales”;  estaba acusando Iriarte a  Samaniego de  copiar .

Esta es la respuesta que le dio Samaniego. Se burla de Iriarte diciéndole que sus poesías  son malas  y que si tuviera que copiar de alguien, copiaría de Esopo.  



  A Don Tomás de Iriarte

En mis versos, Iriarte,
Ya no quiero más arte
Que poner a los tuyos por modelo.
A competir anhelo
Con tu numen, que el sabio mundo admira,
Si me prestas tu lira,
Aquélla en que tocaron dulcemente
Música y Poesía juntamente.
Esto no puede ser: ordena Apolo
Que, digno sólo tú, la pulses solo.
¿Y, por qué sólo tú? Pues cuando menos,
¿No he de hacer versos fáciles, amenos,
Sin ambicioso ornato?
¿Gastas otro poético aparato?
Si tú sobre el Parnaso te empinases,
Y desde allí cantases:
Risco tramonto de época altanera,
«Góngora que te siga», te dijera;
Pero si vas marchando por el llano,
Cantándonos en verso castellano
Cosas claras, sencillas, naturales,
Y todas ellas tales,
Que aun aquel que no entiende poesía
Dice: Eso yo también me lo diría;
¿Por qué no he de imitarte, y aun acaso
Antes que tú trepar por el Parnaso?
No imploras las sirenas ni las musas,
Ni de númenes usas,
Ni aun siquiera confias en Apolo.
A la naturaleza imploras solo,
Y ella, sabia, te dicta sus verdades.
Yo te imito: no invoco a las deidades,
Y por mejor consejo,
Sea mi sacro numen cierto viejo,
Esopo digo. Díctame, machucho,
Una de tus patrañas; que te escucho.

viernes, 1 de abril de 2011

un regalito

Cuando murió la madre de Blanquita
dijo su padre, el Rey: "¡Esto me irrita!
¡Qué cosa tan pesada y tan latosa!
Ahora tendré que dar con otra esposa…"

–Es, por lo visto, un lío del demonio
para un Rey componer su matrimonio –.

Mandó anunciar en todos los periódicos:
"SE BUSCA REINA" y, muy metódico,

recortó las respuestas
que en seguida
 llegaron por millones…"La elegida 

ha de mostrar con pruebas convincentes
que eclipsa a cualquier otra pretendiente".

Por fin fue preferida a las demás
la señorita Obdulia Carrasclás,
que trajo un artefacto extraordinario
comprado a algún exótico anticuario:
era un ESPEJO MÁGICO PARLANTE
con marco de latón, limpio y brillante,
que contestaba a quien le planteara
cualquier cuestión con la verdad más clara.
Así, si, por ejemplo, alguien quería saber qué iba a cenar
en ese día, el chisme le decía sin tardar:
"Lentejas o te quedas sin cenar".

El caso es que la Reina, que Dios guarde,
le preguntaba al trasto cada tarde:
"Dime Espejito, cuéntame una cosa.
De todas, ¿no soy yo la más hermosa?".
Y el cachivache siempre respondía:"Mi Señora,

vos sois la más hermosa,encantadora
y bella de este reino. No hay rival
a quien no hayáis comido la moral".

La Reina repitió diez largos años
la estúpida pregunta y sin engaños
le contestó el Espejo, hasta que un día
Obdulia oyó al cacharro que decía:
"Segunda sois, Señora. Desde el jueves
es mucho más hermosa Blancanieves.
Su majestad se puso furibunda,
armó una impresionante barahúnda
y dijo: "¡Yo me cargo a esa muchacha!
¡La aplastaré como a una cucaracha!
¡La despellejaré, la haré guisar
y me la comeré para almorzar!"

Llamó a su Cazador al aposento
y le gritó: "¡Cretino, escucha atento!
Vas a llevarte al monte a la Princesa
diciéndole que vais a buscar fresas
y, cuando estéis allí, vas a matarla,
desollarla muy bien, descuartizarla
y, para terminar, traerme al instante
su corazón caliente y palpitante".

El Cazador llevó a la criatura,
mintiéndole vilmente, a la espesura
del Bosque. La Princesa, que se olió

la torta, dijo: "¡Espere! ¿Qué he hecho yo
 para que usted me mate, señor mío?
–el brazo y el cuchillo de aquél tío
erizaban el pelo al más pintado–
¡Déjeme, por favor, no sea pesado!".

El Cazador, que era mala gente,

se derritió al mirar a la inocente.
"¡Aléjate corriendo de mi vista,
porque, si me lo pienso más, vas lista…!"
La chica ya no estaba – ¡qué iba a estar! –
cuando el verdugo terminó de hablar.
Después fue el hombre a ver al carnicero,
pidió que le sacara un buen cordero,
compró media docena de costillas
amén del corazón y, a pies juntillas,
Obdulia tomó aquella casquería

por carne de Princesa."¡Que mi tía
se muera si he faltado vuestro encargo,
Señora…!Se hace tarde… Yo me largo…".

"Os creo, Cazador. Marchad tranquilo
¡Y ese medio kilo

 de chuletillas y ese corazón
los quiero bien tostados al carbón!>>,
y se los engulló, la muy salvaje,
con un par de vasitos de brebaje.

¿Qué hacía la Princesa, mientras tanto?
Pues auto-stop para curar su espanto.
Volvió a la capital en un boleo

 y consiguió muy pronto un buen empleo
de ama de llaves en el domicilio
de siete divertidos hombrecillos.
Habían sido jockeys de carreras
y eran muy majos todos, si no fuera
por un vicio que en sábados y fiestas
les devoraba el coco: ¡las apuestas!
Así, si en los caballos no atinaban un día,
aquella noche no comían…

Hasta que una mañana dijo Blanca:
"Tengo una idea, chicos, que no es manca
Dejad todo el asunto de mi cuenta,
que voy a resolveros vuestra renta,
pero hasta que yo vuelva de un paseo
no quiero que juguéis ni al veo-veo".

Se fue Blanquita aquella misma noche
de nuevo en auto-stop –y en un buen coche–
hasta Palacio y, siendo chica lista,
cruzó los aposentos sin ser vista.
El Rey estaba absorto haciendo cuentas
en el Despacho Real y la sangrienta
Obdulia se encontraba en la cocina
comiendo pan con miel y margarina.
La joven pudo, pues, llegar al fin
hasta el dichoso Espejo Parlanchín,
echárselo en un saco y, de puntillas,
volver sobre sus pasos dos mil millas
–que eso le parecieron, pobrecilla–.

"¡Muchachos,

aquí traigo
una cosita que todo lo adivina sin error!
¿Queréis probar?"."¡Sí, sí!", dijo el mayor:

"Mira, Espejito, no nos queda un chavo
así que has de acertar en todo el clavo:
¿quién ganará mañana la tercera?"

"La yegua Rifífí será primera",
le contestó el Espejo roncamente…

¡Imaginad la euforia consiguiente!
Blanquita fue aclamada, agasajada,
despachurrada a besos y estrujada.
Luego corrieron todos los Enanos

hasta el local de apuestas más cercano
y no les quedó un mal maravedí
que no fuera a parar a Rifífí.
Vendieron el Volkswagen, empeñaron

relojes y colchones, se entramparon
 con una sucursal de la Gran Banca
para apostarlo todo a su potranca.

Después, en el hipódromo, se vio
que el Espejito no se equivocó,
y ya siempre los sábados y fiestas
ganaron los muchachos sus apuestas.
Blanquita tuvo parte en beneficios
por ser la emperatriz del artificio,
y, en cuanto corrió un poco el calendario,
se hicieron todos superbillonarios.


ROALD DAHL: "CUENTOS EN VERSO PARA NIÑOS PERVERSOS"


He tenido que corregir algunos errores pero nada grave.